El símbolo que representa a SYNCRONÍA fue creado por el pintor Hernán Valdovinos, socio fundador de nuestra organización.Imbuido del espíritu que nos convocó, se inspiró en una combinación de elementos espirituales y gráficos, vinculando nuestras confluencias culturales.El pintor tomó un símbolo de las antiguas culturas europeas y resolvió que ése sería el centro de su propuesta.

Mediante este cruce de diagonales se alude al encuentro amoroso: de la pareja cuyo amor es correspondido y se consolida en la intimidad sexual, de los amigos que se aman sin condiciones, de la sociedad que se construye sobre la base de la libertad para mirar hacia todos lados.  Este cruce de diagonales representa en los pueblos de la cuna de la civilización – hoy conocida como oriente medio – la hospitalidad, clave para la construcción de las relaciones sociales y quizás una de las más bellas expresiones del amor. Y la hospitalidad tiene siempre como contrapartida los dones y regalos que quien ha sido recibido entregará en algún momento a quien lo acogió.

El segundo elemento pertenece a toda la tradición esotérica y de cierto modo recoge sobre todo la formación sufi.

El elemento clave del desarrollo humano – visto en la perspectiva holística que hemos comentado – es el silencio y la quietud interior, la conexión que permite el despertar de la intuición. Ello se vincula en muchas tradiciones particulares con la meditación en determinadas formas y sin duda que la búsqueda del vacío es el impulso inicial y el paso fundamental para avanzar hacia las más altas manifestaciones del espíritu.
Encontrar el vacío, despertar la intuición, es, en definitiva, acertar en el blanco, como el arquero que caza su presa para obtener de ella alimento, abrigo, instrumentos, en definitiva, la vida misma.
El tercer elemento nos conecta con las culturas americanas y particularmente los mapuches y otros habitantes de las tierras del sur.

Semejando un kultrún, instrumento sagrado de percusión, representa la generación de la energía positiva, la alegría. Induce a la celebración y a la danza, a una actitud favorable a las relaciones sociales, despierta el espíritu colectivo y la expansión de la totalidad del ser. Su propuesta de fondo es la integración: reunirse bajo el canelo o en torno al fuego para bailar y compartir en una fiesta de amistad indestructible.